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Empleadas domésticas denuncian discriminación con ascensores diferenciados

Empleadas domésticas denuncian discriminación con ascensores diferenciados

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por Sofia Trevino Última modificación 01/04/2015 11:31
Hoy se celebra Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar

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Lima, mar. 30.A pesar de que vivimos en el siglo XXI, aún subsisten absurdos tratos discriminatorios en nuestra sociedad, donde las trabajadoras del hogar no sólo tienen que adaptarse a reducidas habitaciones destinadas al personal de servicio doméstico, sino que además deben utilizar ascensores diferenciados en ciertos edificios limeños.

Las mujeres del Sindicato Nacional de Trabajadoras del Hogar del Perú (Sintrahogarp) denunciaron hoy la marginación que sufren en los edificios más exclusivos de Lima, en los cuales sus propietarios e inquilinos ascienden y descienden en elegantes elevadores alfombrados y llenos de espejos, mientras que ellas y otros empleados de los inmuebles son obligados a subir y bajar los pisos en ascensores viejos.
"En los lugares donde vive la gente con mucho dinero, las trabajadoras del hogar no pueden usar los ascensores de los empleadores. Hay uno exclusivo para empleadas, jardineros y choferes", manifestó Ernestina Ochoa Luján, vicepresidenta de la Federación Mundial de Trabajadoras del Hogar.
"También hay clubes que han construido baños para las empleadas, que son sólo para nosotras, porque dicen que tenemos gérmenes", agregó. Asimismo, la señora Ernestina indicó que en la sociedad limeña el uso del uniforme de servicio las encasilla en una condición distinta e inhumana. 
"Cuando vamos con los niños a las fiestas infantiles y nos ven con el mandil no nos permiten coger los bocaditos de las bandejas, dicen que eso no es para nosotras", acotó.
Al respecto, la presidenta del Sintrahogarp, Adelinda Díaz Uriarte, mencionó que si la vestimenta de trabajo de la empleada doméstica no fuera un motivo para la segregación, ellas no tendrían ningún problema en usarlo. 
"Pero es que no nos ven como humanos", apuntó.

La señora Adelinda Díaz llegó a la capital en la década del sesenta, procedente de Cajamarca a sus cortos 14 años, para desempeñar las labores domésticas de una casa de la calle San Diego, en Miraflores.
De esos días, recuerda con tristeza que tuvo que dormir sobre una frazada en un cuchitril del tercer piso. Además, confesó que en esa época sufrió un episodio de acoso sexual perpetrado por el hijo cuarentón de su empleadora.
"Ya había acudido a un centro cristiano y me dijeron que si pasaba algo  lo golpee con lo que sea que tenga en la mano. Ese día me defendí con un cucharón", contó.
Al cumplir los dieciocho años, Adelinda Díaz Uriarte escapó de la vivienda miraflorina y pernoctó durante dos semanas en un parque. Por las mañanas -evoca con un gesto de libertad- se refrescaba con el agua de las mangueras que regaban los pastos. 
El largo tiempo ejerciendo el servicio doméstico y las malas vivencias en carne propia le han servido de experiencia a la señora Adelinda para que hoy pueda orientar a cientos de jovencitas provincianas que a diario llegan a Sintrahogarp con inquietudes sobre sus derechos laborales

Según Adelinda, muchas de ellas son menores de edad que comenzaron en el servicio doméstico a sus prematuros doce y trece años. Para ellas, ser empleadas domésticas significa renunciar a la educación y permitir situaciones injustas por la necesidad de tener un trabajo. 
La fragilidad de sus economías justifica resistir los abusos y las remuneraciones ínfimas por parte de sus "patrones". 
"La mayoría no tiene casa ni familia. Los domingos que son sus días libres, se van al parque", dijo.     
Es a los parques a donde las integrantes del Sintrahogarp acuden para compartir la información. Hoy, 30 de marzo, Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, son más de 1,500 mujeres que se han afiliado al sindicato.

Hay también gratas experiencias
Pero no todas las peripecias de las empleadas domésticas del Sintrahogarp han sido negativas. Clementina Serrano, una mujer con una larga trayectoria apoyando en la crianza de niños peruanos, relató una historia que gratificó sus años de trabajo.
"Hace treinta años trabajé para una familia, bastante humilde, cuidando a su niña. Me encariñé tanto con ella que me decía mamá, y cuando tuve que irme de la casa, acordamos con su madre que le diríamos que yo me iba a ir de viaje", dijo. 
El año pasado, en el mes de mayo, precisamente en el día de la madre, la señora Clementina recibió una llamada telefónica.
"Esa niña que cuidé se averiguó mi teléfono en las páginas blancas. Buscó mi apellido y se contactó con mi hermana, y fue ella quien le dio mi número. Quería agradecerme por haberla querido tanto", expresó. 
"Ya está casada y tiene dos hijos. Fue por esa niña que bauticé a mi hija con el nombre de Fiorella", puntualizó la señora Clementina.
Actualmente, hay más de medio millón de peruanas que se desempeñan como empleadas del hogar. Todas ellas coinciden en que el Gobierno central tiene que ratificar el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, el cual les permitirá percibir los beneficios laborales de los que gozan trabajadores de otros rubros.
Tal como afirmó ayer el ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, Daniel Maurate, las trabajadoras del hogar son parte importante de muchas familias peruanas.   
(FIN) LFP/LZD


Publicado: 30/03/2015

 

Source: ANDINA/ Luis Francisco Palomino

Story Type: News

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