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Argentina: Entrevista a Ana Núñez

Argentina: Entrevista a Ana Núñez

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por IDWFED Última modificación 09/11/2020 00:00
"En el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, hablamos con sindicalistas y líderes de las trabajadoras del hogar sobre su visión de cómo la pobreza afecta al sector del trabajo doméstico y cómo las mujeres soportan su carga desproporcionada. Llenos de poder, estos líderes vislumbraron un mundo más equitativo, con trabajo decente para los trabajadores del hogar, libre de violencia económica y de género. Escuchen sus voces".

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Argentina - 

Ana Núñez es Secretaria de Cultura y Derechos Humanos de la Unión de Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles (UTEDYC) y líder de la agrupación Mesa de Mujeres Fuerza Sindical.

Fernanda: ¿Qué es la Mesa de Mujeres Fuerza Sindical ?


Ana: Es la unión de un grupo de mujeres de distintos gremios, que empezamos a reunirnos en la Confederación General del Trabajo (CGT) cuando yo era parte de su conducción. Veíamos que había muchas mujeres de diferentes sectores gremiales que no tenían visibilidad. Entonces empezamos a reunirnos y a diseñar políticas que nos representaran específicamente a las mujeres. Con las coyunturas políticas típicas de las agrupaciones sindicales, las mujeres veíamos que siempre quedábamos en desventaja. Si bien armábamos las políticas, cuando ocurrían hechos coyunturales de índole política, quedábamos afuera, sin un espacio. Entonces, comenzamos a juntarnos en el Instituto Nacional de la Mujer, y ocurrió algo muy interesante: mujeres de distintos espacios, que no habíamos tenido oportunidad de reunirnos antes, tomamos la decisión de empezar a trabajar con una consigna clara: íbamos a ser una agrupación transversal a las políticas partidarias. ¿Por qué? Porque las mujeres sindicalistas que formamos parte de esta Mesa hablamos específicamente de temáticas que nos identifican, que son las temáticas de género. Desde ese lugar, diseñamos políticas de contención y damos visibilidad a compañeras que no tienen tanta visibilidad en sus sindicatos. Nuestra premisa fundamental es que las mujeres formen parte de los cuadros de conducción, de las mesas de decisiones. Si no tenemos compañeras en las mesas de conducción, no podemos trabajar en temáticas que solo entendemos las mujeres. La Mesa tiene ese espíritu: somos compañeras de distintas actividades, pero nos une una sola premisa, que es el empoderamiento, la visibilidad y el compromiso con la perspectiva de género.

F: ¿Fue a través de la Mesa que conociste a Carmen Brítez, de UPACP, y tomaste contacto con el movimiento de trabajadoras del hogar?


A: No, a Carmen la conocí cuando compartimos ONU Mujeres, el año pasado en Nueva York. Si bien ambas conocíamos de la trayectoria de la otra, nunca habíamos coincidido en un mismo espacio. Ahí comenzamos a charlar con Carmen y en seguida vimos que nos unía la sororidad en relación a las trabajadoras del hogar, el compromiso de darles visibilidad. Inmediatamente consideramos que era muy importante el acompañamiento de toda la Mesa a las compañeras trabajadoras del hogar. Todas las mujeres tenemos algo que nos une a las trabajadoras del hogar. Muchas de nosotras no habríamos podido cumplir sueños u ocupar determinados espacios, si no hubiésemos tenido la contención y el gran aporte de una trabajadora del hogar en nuestras vidas. El valor de esas mujeres no es visible, pero es esencial. Ellas son las que velan por nuestros más preciados tesoros: nuestros hijos y nuestros padres. Son las que conocen el manejo de nuestras casas y hasta nuestras administradoras, las que manejan la economía del hogar. Por eso, es sumamente importante que nosotras, como mujeres del movimiento obrero sindical, visibilicemos al sector de trabajadoras del hogar y generemos conciencia en otras mujeres sobre el hecho de que si tienen en su casa a una trabajadora del hogar, ellas pasan a ser empleadoras. Yo me siento parte del movimiento y pongo a disposición del sindicato de trabajadoras del hogar todo el andamiaje de la organización a la que pertenezco. Muchas de nosotras hemos hecho trabajo doméstico por necesidad económica, así que sabemos muy bien lo que significa y lo que es no ser valoradas. 

F: Es fundamental que, aun cuando las personas sientan un gran cariño por la mujer que hace trabajo doméstico en su casa, tengan claro que esa mujer no es alguien de la familia, sino que es una trabajadora. Y que todos tengan claro que la mayoría de las mujeres que pueden realizarse profesionalmente, lo logran gracias al aporte de una trabajadora del hogar en su casa. Esto demuestra la importancia que tienen las trabajadoras del hogar para la economía de un país. Debemos visibilizar esto y hacer que la sociedad tome conciencia.


A: Exactamente.  A las que trabajamos todo el día, muchas veces se nos olvida que en casa falta una lata de tomates. Y las trabajadoras del hogar son las que están pendientes de esos detalles. Ellas son grandes economistas. Hay que valorarlas, pero no desde la compasión: “Ay, pobres, hay que valorarlas”. Hay que valorarlas como a cualquier otra trabajadora, porque son trabajadoras. Acá lo que sucede es que un sector medio-alto de la sociedad desvaloriza el trabajo doméstico para pagar menos. Pero yo lo tengo muy claro porque lo vivo en carne propia: para poder ir a trabajar, necesito que trabajadoras del hogar que atiendan mi casa, cuiden a mis hijos y se ocupen de mi madre enferma.


F: En estos momentos de pandemia, las trabajadoras del hogar se encuentran entre los sectores más vulnerables, siendo despedidas, suspendidas, abusadas… Y estamos hablando del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza en relación con un sector que tiene mayoría de mujeres, y de mujeres pobres. Mucho se habla hoy de la feminización de la pobreza. ¿Cómo se relacionan la pobreza y las cuestiones de género?


A: Cuando se habla de feminización de la pobreza, nos referimos exclusivamente al aumento de las tasas de pobreza entre las mujeres. De 1300 millones de pobres, más de 900 millones son mujeres. Y esto, en mi opinión, es la consecuencia de los roles de género: las mujeres tenemos un rol estereotipado por el cual debemos cumplir determinadas funciones. Si bien esto ha cambiado mucho, es una cultura que persiste. Otra de las cosas que creo que también influye es la división sexual del trabajo, por la cual las mujeres sólo podemos hacer trabajos débiles y no estamos preparadas para hacer los mismos trabajos que los hombres. Esas son pautas que nos impone el patriarcado, para que nosotras nos convenzamos de ellas y no aspiremos a un trabajo digno. Otro punto es la dificultad que tenemos las mujeres para acceder a la educación, lo que nos impide obtener empleos valorados socialmente. Las mujeres sufrimos una discriminación histórica por el solo hecho de ser mujeres. Este tema da para mucho más desarrollo, pero estos serían los ejes principales que explican la feminización de la pobreza.

F: En el sector de las trabajadoras del hogar se transversalizan y se suman diferentes factores de discriminación: sexo, raza, pobreza, etnia, educación… Es un oficio naturalmente estigmatizado y discriminado, en el que muchos factores se combinan para atentar contra la dignidad de la trabajadora del hogar.


A: Como es un trabajo que se realiza puertas adentro, en un hogar privado, hay un terreno propicio para todas esas discriminaciones, lamentablemente. Cuando se comete una injusticia contra un trabajador de una fábrica, por ejemplo, los sindicatos vamos a la puerta de esa fábrica, con bombos y pancartas, para lograr que a ese trabajador se le restituyan sus derechos. Pero una trabajadora del hogar tiene que luchar ella sola en el interior de una casa. Más allá de que el sindicato hace un trabajo de hormiga, muchas veces las trabajadoras están tan vulneradas que tienen miedo de acercarse al sindicato y perder su empleo por ese motivo. Por eso es tan importante el trabajo de la FITH, porque cuantas más somos, más seguras nos sentimos. Muchas veces somos las propias mujeres las que no entendemos y no tomamos conciencia: por un lado, luchamos por la igualdad con respecto al hombre, pero por otro no nos damos el valor que tenemos.

F: Un tema muy preocupante para nosotras es el altísimo nivel de informalidad que existe en el sector, por eso desde el movimiento trabajamos para reforzar la fiscalización por parte del Estado.


A: El Estado es el que tiene en su poder la herramienta fundamental del cambio. El Estado debe asumir el compromiso de controlar a los empleadores. Nadie desconoce la situación del sector de trabajo doméstico, porque todos y todas somos empleadores. Por eso yo, desde mi lugar, apoyo la lucha del movimiento de trabajadoras del hogar y trato de darles visibilidad. El Covid-19 dejó en evidencia la realidad del sector: la diferencia entre las trabajadoras que estaban registradas y las que no lo estaban, la situación de casi esclavitud a la que han sido sometidas las trabajadoras que quedaron confinadas en las casas de sus patrones, con riesgo de enfermarse y sin derechos. Yo veo lo que pasa abajo, la realidad, y no está mal hablar de la realidad, porque lo que no se dice no existe.

F: Durante la pandemia, hemos visto muchísimos casos de trabajadoras del hogar “encuarentenadas” en las casas de sus empleadores y víctimas de acoso, violencia y abuso. Esto demuestra la urgencia de que se ratifique y se implemente efectivamente no solo el Convenio 189 de la OIT de trabajo decente para las trabajadoras domésticas, sino también el Convenio 190. Argentina parece que será uno de los primeros países en ratificarlo. ¿Qué podés decirnos sobre este instrumento?


A: La ratificación tiene que ser ya. Como decimos habitualmente, “es para ayer”. La Mesa de Mujeres está compuesta por miembras que también son parte de otras agrupaciones, como la Red Intersindical contra la Violencia Laboral o la Red Intersindical por la Diversidad, quienes trabajamos para que la ratificación salga cuanto antes, porque es el mayor instrumento de defensa ante una gran violación de los derechos humanos, como lo es la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Por eso, celebro que hayan sido mujeres sindicalistas las que hayan impulsado este Convenio en Argentina, y especialmente las trabajadoras del hogar, que fueron actoras fundamentales en el desarrollo de una visión que resultó esencial para el resto de las trabajadoras. Carmen Brítez es una luchadora contra la violencia y el acoso laboral, una defensora vehemente. El compromiso de su sindicato y su sector merecen todo mi respeto.

F: Es muy importante ese apoyo que ustedes les dan a las trabajadoras del hogar y la lucha por la ratificación del C190, porque este Convenio va a venir a complementar el C189. Si hay violencia en el lugar de trabajo, no hay trabajo decente. Ambos convenios se interrelacionan y se complementan. Por eso es esencial que el movimiento sindical de mujeres se sume a la lucha del sector doméstico.


A: Este Convenio va a proteger a las mujeres de los sectores más expuestos a la violencia y el acoso, y uno de ellos es el de las trabajadoras del hogar, por la naturaleza de su trabajo “puertas adentro”. Para los sindicatos, es muy difícil entrar a una casa particular. Por esa razón, este Convenio va a ser fundamental para el sector.

F: Hasta para el Estado es muy difícil entrar a las casas particulares, porque se pone en juego esto de “la invasión al espacio privado”. El dilema de los público y lo privado…


A: Así es.

F: Por último, quiero pedirte que envíes un mensaje a las trabajadoras del hogar de todo el mundo, desde tu lugar de líder y referente de América Latina por los derechos de las mujeres.


A: En este día tan especial, de una trabajadora a otras trabajadoras, valientes mujeres, empoderadas mujeres, que hacen una actividad sumamente importante para la vida, para el mundo, les digo: que nunca más la pobreza tenga cara de mujer. Juntas lo vamos a lograr. Todas somos trabajadoras y todas somos mujeres, fuertes, empoderadas, que tenemos un solo ideal: ser respetadas, dignificadas y que nuestro trabajo, más allá de la actividad que desempeñemos, es importante para el futuro de todos los países. Las abrazo enormemente y espero que hayan podido escuchar a mi corazón, porque él habló en esta entrevista. Muchas gracias.


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